Malware: claves para reconocer los 12 tipos más comunes y proteger la información personal
Con técnicas cada vez más sofisticadas y camuflaje digital, los programas maliciosos evolucionan, exigiendo estrategias inteligentes de defensa para proteger datos y dispositivos ante el avance imparable del cibercrimen

El malware está detrás de algunos de los ciberataques más devastadores a nivel personal y corporativo, por lo que conocer sus tipos y funcionamiento es un primer paso esencial para resguardar la información y los dispositivos.
El término malware abarca todo software o código malicioso diseñado para infiltrarse y atacar computadoras, móviles y redes, con la misión de robar datos, cifrar archivos, manipular sistemas o espiar la actividad digital de usuarios y empresas.
Actualmente, estas amenazas pueden llegar a través de múltiples vías: archivos adjuntos en correos electrónicos, enlaces engañosos en la web, descargas no autorizadas, dispositivos USB e incluso anuncios en páginas aparentemente legítimas. A continuación se detallan los 12 tipos de malware más frecuentes y sus características distintivas, de acuerdo a una investigación de NordVPN.

Los virus informáticos son tal vez el tipo más emblemático de malware. Funcionan insertándose en archivos legítimos del sistema e infectan un ordenador cuando el usuario ejecuta el archivo contaminado.
El virus puede replicarse y expandirse a otros dispositivos, perjudicando el sistema al cifrar, robar o eliminar datos. Famosos casos como ILOVEYOU, difundido en 2000 mediante emails, revelan el poder destructivo de los virus a través de la ingeniería social.
Gusanos: expansión sin fronteras
A diferencia del virus, un gusano no requiere asistencia humana para replicarse. Puede explotar fallos de seguridad y propagarse de manera automática por redes y dispositivos, afectando el ancho de banda, la velocidad y la integridad de la información. Conficker, detectado en 2008, impactó millones de sistemas Windows aprovechando vulnerabilidades de seguridad.
Adware: publicidad oculta y recolección de datos
El adware muestra anuncios sin consentimiento y rastrea la actividad del usuario. Se instala junto a programas legítimos o a través de webs inseguras. Aunque no siempre es dañino, puede ralentizar el dispositivo y poner en riesgo la privacidad.
Un caso destacado fue Fireball en 2017, que secuestró navegadores para modificar las búsquedas y recopilar datos de navegación.

Troyanos: el enemigo disfrazado
Un troyano se presenta como una aplicación inofensiva, engañando al usuario para que lo descargue y ejecute. Permite a los atacantes el control no autorizado del dispositivo, robo de información o descarga de otros tipos de malware.
Emotet, desde 2014, ha sido utilizado para lanzar troyanos bancarios y distribuir ransomware desde archivos adjuntos camuflados.
Ransomware: secuestro digital
El ransomware cifra los datos del usuario y solicita un pago para liberarlos. El ataque de WannaCry en 2017 comprometió a cientos de miles de equipos en más de 150 países. Lo usual es que el rescate se pague en criptomonedas, sin garantías de recuperación de la información.
Spyware: vigilancia y robo de credenciales
El spyware espía en secreto la actividad digital, como ingreso de contraseñas y hábitos de navegación. Puede instalarse por descargas engañosas o sitios comprometidos. Campañas como Darkhotel han mostrado cómo se emplea para robar datos sensibles de viajeros de negocios en redes WiFi públicas.
Bot y botnets: dispositivos convertidos en ejército
Los bots son programas que transforman dispositivos infectados en partes de una red mayor (botnet). Bajo el mando de los hackers, lanzan ataques masivos o campañas de spam.
El caso Mirai en 2016, que impactó dispositivos de IoT, evidencia su capacidad de generar ataques DDoS a gran escala.

Rootkits: control oculto prolongado
Un rootkit otorga privilegios de administrador a los ciberdelincuentes y oculta su presencia mientras manipula información, detecta pulsaciones del teclado o abre puertas traseras en el sistema. Zacinlo, en 2018, usó estas capacidades para fraudes por clic y secuestro del navegador.
Malware sin archivos: difícil de detectar
Este malware reside solo en la memoria y utiliza herramientas legítimas del sistema para ejecutar sus ataques, eludiendo muchos antivirus.
Ejemplos como Astaroth han demostrado su capacidad para operar sin rastros visibles en el disco duro.
Keylogger: todo lo que digitas está en peligro
Los keyloggers capturan las pulsaciones del teclado para obtener contraseñas u otros datos sensibles. Han sido empleados en campañas de robo bancario y fraude, como se observó con Zeus en 2007, que afectó a instituciones financieras globales.
Malvertising: publicidad como vehículo de infección
El malvertising distribuye códigos maliciosos a través de anuncios en línea en sitios legítimos. Solo con hacer clic en un banner contaminado, el usuario puede instalar inadvertidamente diferentes tipos de malware, como virus o ransomware.
Bombas lógicas: ataques programados para explotar
Las bombas lógicas permanecen inactivas hasta que se cumplen condiciones específicas, como abrir un archivo o una fecha particular.
Han sido utilizadas para sabotear sistemas y extorsionar a víctimas en redes corporativas.
Para evitar estos ataques, los expertos en ciberseguridad recomiendan utilizar soluciones antivirus confiables, activar la autenticación multifactor, actualizar sistemas regularmente y desconfiar de correos y archivos desconocidos. Ser precavido ante enlaces sospechosos y emplear filtros antispam ayuda a dificultar la labor de los ciberdelincuentes y resguardar la información personal y profesional.
